Roberto Sotelo: «Me interesa la frontera entre lo perturbador y lo sobrenatural»

Roberto Sotelo es autor, docente y bibliotecario.

Por María Inés Giménez

En una conversación que abarca sus roles como autor, docente y bibliotecario, todos ellos entrelazados por su pasión por la promoción de la lectura, nos sumergimos en la obra de Roberto Sotelo. Aunque se reconoce en diversas esferas, el título de escritor es el que menos le define. Roberto Sotelo, el creador, colaboró durante muchos años con el ilustrador Douglas Wright. De esta colaboración nació un suplemento infantil y, posteriormente, la revista «Imaginaria» junto a Eduardo Giménez. Estos proyectos sembraron las bases de títulos memorables como «La bruja cereza», «Anacleto el esqueleto» y «El castillo tenebroso», este último caracterizado por su enfoque lúdico. Y en ese contexto el autor reconoce que su producción del género resultó más por azar que por una búsqueda temática.

Roberto Sotelo
Algunos de sus títulos memorables son «La bruja cereza», «Anacleto el esqueleto» y «El castillo tenebroso».

«Imaginaria» fue una de las primeras revistas digitales dedicadas a la literatura infantil, mantuvo su publicación desde 1999 hasta 2014, albergando alrededor de 2.000 artículos que hoy constituyen un invaluable recurso para educadores y promotores de la lectura.

Actualmente, Sotelo coordina la edición de la colección «Toing» en Comiks Debris, un sello editorial que destaca por su compromiso con la diversidad y su enfoque en historietas de autores latinoamericanos con contenidos sumamente heterogéneos.

«El término «terror» se ha expandido más allá de su definición estricta, abarcando parodias y situaciones donde elementos de este género se integran en la vida cotidiana.»

En el contexto de la literatura infantil argentina, el género del terror experimentó un auge a mediados de los 80, caracterizado por obras como «Socorro» de Elsa Bornemann. 

En «Miedos que ayudan a crecer» Entrevista con Elsa Bornemann, por Gabriela Saidón. Clarín, suplemento Cultura y Nación, 12 de mayo de 1994, Bornemann reflexiona sobre la atracción de los niños por el género: “Los motivos son múltiples y complejos. Pero destaco algo que está directamente relacionado con el libro: las historias escritas les permiten elaborar los miedos, hablar de ellos con sus pares y con los adultos, enterarse de que son compartidos y —en ocasiones— esta familiarización con un aspecto tan desdichado de la realidad los ayuda a empezar a superarlos. Saben que se trata de ficciones, no importa su verosimilitud, y suelen leer varias veces los cuentos que más los atemorizan”. 

Aunque inicialmente suscitó cuestionamientos sobre su idoneidad para los más jóvenes, figuras como Ana María Shua y Olga Drennen destacaron en la década de los 90, desencadenando un fenómeno que permitió a los niños explorar el placer del miedo desde una perspectiva segura.

Hoy en día, Sotelo señala que el término «terror» se ha expandido más allá de su definición estricta, abarcando parodias y situaciones donde elementos de este género se integran en la vida cotidiana. Desde su rol de promotor de la lectura, confiesa que no basa su selección en temáticas específicas, pues considera que esta aproximación trivializa la literatura. En su lugar, valora una sólida estructura narrativa y el impacto emocional que una historia pueda tener en los lectores, impulsándolos a explorar nuevos horizontes.

En este contexto, Sotelo encuentra particular interés en el cuento fantástico, esa frontera literaria que se encuentra entre lo perturbador y lo sobrenatural. Esto, en su opinión, fomenta conversaciones literarias ricas, construcciones colectivas de significado y la interacción de múltiples subjetividades, permitiéndonos desentrañar los entresijos de la narrativa.

La trayectoria de Roberto Sotelo nos recuerda la riqueza y diversidad que la literatura infantil puede ofrecer, y cómo esta puede ser una herramienta poderosa para fomentar el pensamiento crítico y la imaginación en las mentes jóvenes. Su legado en la promoción de la lectura sigue dejando huella en las aulas y en las páginas de sus obras.

Los precursores

Dentro de la charla con Roberto Sotelo merece un capítulo aparte la producción de Charles Perrault y los hermanos Grimm, dos de los precursores más influyentes en el ámbito de la literatura infantil, y en los cuales se descubre un universo de oscuridad y maravilla que ha cautivado a generaciones de jóvenes lectores.

Charles Perrault: Tejiendo la Fantasía Oscura

A fines del siglo XVII, Charles Perrault dejó una marca indeleble en la literatura infantil con sus historias cautivadoras y, en ocasiones, perturbadoras. Si bien es conocido por los cuentos de hadas que siguen siendo populares en la actualidad, como «Cenicienta» y «La Bella Durmiente», Perrault también exploró temas oscuros y moralidad retorcida.

Los Hermanos Grimm: La Oscuridad Transformada

Los hermanos Grimm, Jacob y Wilhelm, dejaron un legado igualmente duradero en la literatura infantil. A principios del siglo XIX, recopilaron y adaptaron cuentos populares en su famosa colección «Cuentos de la infancia y del hogar», conocida como «Cuentos de Grimm». Si bien muchas de estas historias se han suavizado con el tiempo, las versiones originales a menudo presentaban elementos macabros y ominosos.

Legado en la Literatura Infantil Moderna

La influencia de Perrault y los hermanos Grimm en la literatura infantil sigue siendo palpable en la actualidad. Aunque muchas de sus historias han sido reimaginadas y suavizadas para adecuarse a las sensibilidades contemporáneas, la esencia del miedo y la maravilla persiste en muchas obras modernas.

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