Por María Inés Giménez
En el corazón de la cultura occidental, el cuento de «Caperucita Roja» ha sido una historia que ha perdurado a lo largo de siglos, generación tras generación, manteniendo su atractivo y relevancia en la narrativa popular. Este cuento, que combina en sus diferentes versiones elementos de aventura, peligro, terror y moralejas, ha dejado una huella indeleble en la imaginación de niños y adultos por igual.
El cuento de hadas, más allá de las diferencias raciales y culturales, maneja un lenguaje universal que le permite emigrar sin problemas de una zona a otra del planeta. Y en esa tradición se inscribe la Caperucita.
Así rastrear su pasado se ha vuelto objeto de estudio: algunos creen que sería una niña china que vivió hace unos 800 años y cuya historia llegó a Europa por la Ruta de la Seda, otros dicen que fue una niña india o iraní, y que el lobo era un zorro o un tigre, y que se disfrazaba de cabra u oveja, no de abuela.
El consenso general indica que no habría una niña, sino muchas, y muchos niños, devorados por lobos, zorros y tigres en muchos lugares del mundo más o menos al mismo tiempo. Y que los padres empezaron a contar esas historias a los hijos para advertirles del peligro. Y también para entretenerse entre adultos con versiones donde se acentuaban las connotaciones sexuales del relato.
Pero antropólogos como Jamie Tehrani de la Universidad de Durham, en Reino Unido, no se conforman. Tehrani publicó un estudio en 2013 en el que aplica un modelo matemático de biología evolutiva para intentar encontrar a la primera Caperucita.
De acuerdo con Tehrani, los parientes más directos de Caperucita se hallan en Francia, Austria y el norte de Italia, en donde era popular «El cuento de la abuela» (en versiones asiáticas: «La abuela tigre»), en el que una niña, que no usaba ninguna caperuza roja, va a visitar a su abuela, pero descubre que el lobo se la ha comido y se ha puesto su ropa. Entonces la niña pide permiso al lobo para ir al baño (afuera, en el bosque). El lobo desconfía y le ata una soga al pie. En el bosque la niña ata la soga a un árbol y escapa.
Según, otros estudios publicados, en el siglo XI el cuento fue escuchado por el sacerdote Egberto de Lieja, quien escribiría un poema en latín para incluir en un libro medieval de uso escolar llamado Fecunda Ratis: «La Nave Fértil». En él Lieja cuenta una historia de Caperucita en la que mezcla el relato popular de los campesinos con símbolos cristianos.
Con diferentes matices, en esencia se trata de un texto sobre el aprendizaje en la vida pero es Charles Perrault quien la publica bajo el título de «Histoires ou contes du temps passé (1697)», el que popularizó la imagen de Caperucita como una niña consentida y mimada, castigada con su muerte y la de la abuela por haberse apartado del camino recomendado por su madre. En esta versión el relato se convierte en un cuento de horror, en absoluto acorde con la función terapéutica asignada por el psicoanalista Bruno Bettelheim a los cuentos de hadas: «El relato de Perrault termina con la victoria del lobo; no existe la huida, la superación y el alivio de otras historias; no es -y Perrault no pretendió que lo fuera- un cuento de hadas, sino una historia admonitoria que atemoriza, deliberadamente, al niño con el final ansiógeno» (Bettelheim, 1994: 69).
Versión completa de Charles Perrault: https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/caperucita_roja_-_charles_perrault.pdf
Los hermanos Jacob y Wilhelm Grimm, con su versión del Siglo XIX, fueron quienes establecieron los elementos icónicos de la historia, como la niña vestida de rojo, el lobo feroz, el bosque ominoso y el cazador que a partir de esta versión no sólo salva a la niña sino también a la abuela, creando una trama más ingenua y con un final feliz.
Versión completa de los hermanos Grimm: https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/caperucita_roja_-_hermanos_grimm.pdf
Relevancia en la Actualidad
Este cuento sigue siendo relevante hoy en día, a pesar de los cambios culturales y tecnológicos. Ha sido adaptado en películas, libros y otros medios, lo que demuestra su capacidad para resonar con audiencias contemporáneas. Además, se ha utilizado como base para analizar temas como la feminidad, la sexualidad y el empoderamiento en la literatura y la cultura pop modernas.
En resumen, «Caperucita Roja» es un cuento atemporal que ha cautivado a generaciones de lectores y espectadores en Occidente. Su capacidad para transmitir lecciones morales y su versatilidad para adaptarse a diferentes contextos culturales y generacionales son prueba de su duradera influencia en la narrativa occidental.
En el contexto hispánico, el relato se encuentra editado en la actualidad en múltiples versiones y enfoques no sólo en cuanto a la narrativa escrita, sino también a la visual.
La reconocida escritora Ana María Shua se refiere al respecto: “No hay ninguna literatura de terror actual que supere el crescendo terrorífico que hay en Caperucita Roja cuando aparece lo terrorífico por excelencia que es lo familiar que se vuelve amenazador, lo siniestro, o sea el lobo disfrazado de abuelita y viene Caperucita y le pregunta o le dice: qué ojos tan grandes que tienes, qué orejas tan grandes que tienes; ahí hay un crescendo de terror al que estamos acostumbrados, porque lo escuchamos desde muy chicos y, a su vez, lo contamos a otros pobres chiquitos, que obviamente se aterrorizan porque yo creo que nunca nadie volvió a lograr una situación del calibre terrorífico como ese dialogo entre Caperucita y el Lobo”.
Fuentes:
BETTELHEIM, Bruno (1976) Psicoanálisis de los cuentos de hadas. Barcelona: Crítica.
https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/caperucita_roja_-_charles_perrault.pdf
Noguerol Jiménez, Francisca; La metamorfosis de Caperucita en https://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/la-metamorfosis-de-caperucita-931182/html/b1926dd5-3c81-4e48-973e-0ffdaa89bc8b_3.html
http://encuentro.gob.ar/programas/serie/8085/1183?start=
https://linternasybosques.com/2016/03/09/el-pasado-de-caperucita/
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